Una oscura noche de verano, en medio de una locura de masas, una ola andaba perdida. El mundo iba y venía por todos lados y ella, indefensa, asustada y sin saber cómo actuar, intentó permanecer inmóvil hasta que pudiese retomar el mando del timón. Pese a sus intentos inútiles la marea la llevaba de un lado a otro. Quiso llorar pero no tenía espacio para ello. De pronto la tormenta aplacó y la inútil ola se hundió.
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